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17/9/2025

15 minutos de lectura

Mis logros: una palanca de engagement en Santander X Explorer


Autores
Santander X Explorer
Categorías
Metodología

Chema Antón

Más que insignias digitales, los logros son un sistema diseñado para motivar, retener y reforzar la comunidad. Se  trata de una mecánica probada en la industria del videojuego que hoy impulsa la participación de los Explorers.

A mediados de los 2000, trabajando como periodista especializado, tuve la suerte de vivir una de las épocas más fascinantes de la industria del videojuego: la segunda ‘guerra de las consolas’ entre Sony (PlayStation 3), Nintendo (Wii) y Microsoft (Xbox 360). 

Un mercado multimillonario de ocio estallaba ante nuestras narices metiendo en las casas de todo el mundo algunos de los avances tecnológicos más impresionantes de los últimos tiempos: consolas con disco duro que ampliaban las capacidades de los dispositivos, juegos con sensores de movimiento que abrieron el espectro de jugadores, juego online estandarizado que rompía al fin el techo de cristal que este mismo juego online había tenido en los PCs durante muchos años.

Esta era pre-smartphones y pre-redes sociales hacía intuir por dónde iba a discurrir la industria del entretenimiento y de internet en las siguientes dos décadas: conectividad permanente (juego online) y redes sociales (comunidades de jugadores). 

La competición real entre los fabricantes ya no era solo por las unidades vendidas del dispositivo, sino por la retención de los jugadores frente a la pantalla. 

Cada fabricante estableció una estrategia de retención propia y lo tradujo en elementos de diseño: Microsoft apostó por un metajuego permanente con los Achievements (Logros), el Gamerscore y una red social integrada en Xbox Live que convertía cada partida en parte de una progresión colectiva; Sony confió en el valor a largo plazo, con trofeos que te hacían destacar entre tus competidores y la suscripción de PlayStation Plus (su canal de juego online y de descarga de contenidos); y Nintendo rompió moldes con Wii al llevar el juego a toda la familia, usando el control por movimiento, la rutina de Wii Fit y experiencias sociales en el salón como palancas de repetición. Tres caminos distintos, pero con un objetivo común muy claro: aumentar la frecuencia de uso, prolongar la vida útil de cada título y, sobre todo, generar hábitos que hicieran que los jugadores regresaran una y otra vez.

Los sistemas de logros en el mundo del videojuego se apoyaron en tres conceptos clave para retener a las personas: primero, la progresión acumulativa, donde cada acción suma en un marcador global y da continuidad entre experiencias distintas; segundo, la jerarquía de metas, con objetivos fáciles al inicio y otros más complejos que despiertan aspiración y generan prestigio social al alcanzarlos; y tercero, los desbloqueos internos, que convierten la exploración y la repetición en recompensas tangibles dentro del propio universo del juego. En conjunto, estas estrategias no solo aumentan la rejugabilidad y prolongan la vida útil de cada experiencia, sino que también refuerzan el vínculo emocional de la persona con la actividad, transformando cada paso en un hito visible y significativo.

Dos décadas de evolución: del videojuego a la vida A lo largo de dos décadas, los logros han viajado desde las consolas hasta impregnar casi cualquier experiencia digital. Primero fueron solo una capa lúdica que animaba a exprimir un título al 100%, después se transformaron en sistemas de reputación en comunidades online como Reddit y en misiones urbanas como las de Foursquare. Más tarde dieron el salto a la salud, convertidos en anillos de actividad en el iPhone o en badges de Fitbit que invitaban a la constancia, y se consolidaron en la educación con insignias en Khan Academy, puntos en ClassDojo o rachas en Duolingo. Hoy los encontramos también en plataformas de productividad, siempre con la misma lógica: marcar objetivos claros, ofrecer feedback inmediato, hacer visible la progresión y compartirla socialmente. Este recorrido muestra cómo una mecánica nacida para prolongar el juego se convirtió en un lenguaje cultural de diseño del comportamiento, capaz de acompañar nuestras rutinas de ocio, aprendizaje y trabajo. 

Hubo un momento en el que entendimos que nuestro papel con los participantes de Santander X Explorer no se limitaba a su captación. Lo verdaderamente importante empezaba después: ayudarles a dar los primeros pasos en el programa, acompañarlos en su progreso semana a semana y animarlos a llegar hasta el final. Fue en ese punto cuando nos preguntamos cómo podíamos reforzar esa experiencia de manera sencilla y motivadora. La respuesta nos vino de un terreno familiar: los sistemas de logros en los videojuegos. Igual que esos iconos y medallas mantenían a millones de jugadores enganchados a un título, pensamos que una estructura de insignias y badges podía convertirse en una herramienta eficaz para retener a los participantes y hacer visible cada avance en su recorrido dentro de Santander X Explorer. 

Es así como ideamos y desarrollamos toda una experiencia de progreso gamificado que ahora mismo aparece en la sección Mi Perfil de la plataforma del programa. Esta sección está organizada en cuatro apartados que ofrecen una visión completa de la experiencia de cada participante. El primero recoge los datos personales, con el nombre, la universidad de procedencia, el grupo al que pertenece y otros elementos básicos de identificación. El segundo bloque es Mis estadísticas, un panel con métricas concretas: minutos dedicados a la plataforma, archivos compartidos, comentarios hechos y recibidos, “me gusta” dados y obtenidos, entregables subidos y sesiones en las que se ha participado, todo acompañado de una puntuación total que sintetiza la actividad. El tercer apartado es Mis logros, una cuadrícula de insignias o badges con iconos y colores que se van iluminando conforme el usuario completa hitos dentro del programa. Por último, está Progreso en el itinerario formativo, una representación visual en forma de círculos que muestran el porcentaje alcanzado en cada sección del recorrido de aprendizaje. En conjunto, estos cuatro bloques convierten el perfil en una herramienta clara y práctica para seguir la evolución personal y situarse en relación con el programa.

La sección Mis logros reúne en total 16 insignias que se despliegan en un panel visual limpio y accesible, diseñado como si fuera una vitrina de hitos personales. Algunos logros son únicos y directos —como Welcome o Kickstart, que marcan el inicio—, mientras que otros ofrecen distintas variantes en forma de medallas progresivas, bronce, plata, oro y diamante, como ocurre con Quizzer (asistencia a los eventos de Q&A), Pitch Hero (por participación en el Explorer Pitch Weekend), Top 1 (si se lidera el ranking) o Socialité (por asistir a las reuniones de grupo). También existen logros que premian la constancia, como Streaker, que puede acumular hasta 12 semanas consecutivas accediendo al itinerario formativo, o los que reconocen la participación comunitaria, como GroupChat (por entrar en el grupo de WhatsApp), Follower (por seguir las redes sociales de Santander X Explorer), Friday Fan (por participar en un Explorer Friday) o Fav doc (si un documento recibe 5 likes). El panel no es un simple listado: cada casilla muestra un icono y un título, con colores vivos y símbolos reconocibles, y al situar el cursor o pulsar sobre ellas aparece una breve descripción que explica cómo desbloquearla. De un vistazo, el participante puede ver qué logros ha conseguido y cuáles tiene pendientes, lo que convierte el panel en un mapa de progreso simbólico: no solo mide la actividad, sino que ofrece un relato visual de la experiencia. El diseño digital —una cuadrícula de iconos que se iluminan a medida que se avanza— hace visible un proceso que de otro modo sería abstracto, reforzando de manera sencilla la sensación de progreso y pertenencia al programa.

En términos estratégicos, los logros funcionan como una herramienta de engagement que combina psicología, diseño y cultura digital. Al marcar metas concretas y traducirlas en acciones que reciben feedback visible, generan un ciclo de valor que alimenta la motivación del participante y refuerza la conversación en la comunidad. Para una generación hiperconectada, este sistema actúa como una motivación positiva que transforma el FOMO en participación, recordando cada semana que hay una nueva oportunidad de avanzar sin caer en la ansiedad de la racha interminable. No se trata del premio en sí, que tiene un valor meramente social, sino la configuración de una serie de metas alcanzables lo que mantiene la atención. Para llegar a este punto, es clave contar con un diseño de la experiencia que sea paciente, alcanzable y tenga expectativas claras

Del lado de la gestión del programa, todo esto se traduce en métricas de participación: primeras interacciones, recurrencia semanal, aportes de calidad en la comunidad y retención sostenida en el tiempo, indicadores que muestran cómo un sistema simbólico bien construido puede multiplicar la constancia y el compromiso.

Resulta inevitable sentir cierta nostalgia. Haber vivido de primera mano el nacimiento de los sistemas de logros en los videojuegos, en plena batalla entre gigantes de la industria, fue un momento único: observar cómo un simple icono en pantalla era capaz de cambiar nuestra forma de jugar y de entender el progreso. Dos décadas después, en Santander X Explorer hemos podido trasladar esa lógica a un contexto muy distinto: el aprendizaje y el emprendimiento.

No se trata de copiar fórmulas, sino de adaptarlas. La progresión acumulativa, la jerarquía de metas y los desbloqueos como estímulo tienen tanto sentido en un videojuego como en un itinerario formativo, siempre que se diseñen con cuidado, expectativas claras y un enfoque positivo. Por eso, como equipo, nos sentimos orgullosos de haber integrado un sistema de logros que no es un adorno, sino una herramienta estratégica de engagement: hace visible el progreso, refuerza la constancia, multiplica la interacción en la comunidad y convierte lo intangible del aprendizaje en hitos reconocibles.

Si hace veinte años los logros prolongaban la vida de un videojuego, hoy ayudan a que cientos de participantes mantengan la motivación en un programa de emprendimiento. Y esa es quizá la mayor satisfacción: haber conseguido, como equipo, que una idea nacida en la industria del ocio se transforme en un motor de compromiso y crecimiento en la educación emprendedora.

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